jueves, 5 de marzo de 2009

TELÉMACO



con el bozo incipiente aquel muchacho
miró fijo los ojos forasteros
que viejos y cansados
salieron a su encuentro

rodeó con sus brazos al anciano
y sin mediar palabra
lo besó como a un padre
y lo hizo su padre

Hace más de una década escribí este poema, probablemente tras la lectura de La Odisea. Tendría menos de veinte años y andaba enemistado con las mayúsculas y todo signo de puntuación. Lo he encontrado en una vieja carpeta que atesora poemas muy mediocres y un cierto afán de notoriedad juvenil. Me recuerdo recitándolo una noche en el desaparecido Galería Torneo, justo antes de que en una performance delirante Miguel Ángel Maya se afeitara en pleno bar, ante un auditorio tan borracho como entregado (aquellas noches se llenaron también de desnudos masculinos integrales, exposiciones fotográficas de Quino Petit y un amplio etcétera). En los créditos del primer disco de Paco Cifuentes hay una cita de aquellas madrugadas que consiguió emocionarme. Queda poco para que salga su segundo disco, La vida aparte. ¿De verdad que hace tanto tiempo de todo esto? Hace unos meses coincidí con un chico que me conocía de aquellos recitales. Me confesó que pedía dinero en una cabina a los transeúntes para poder pagarse las cervezas mientras durara la fiesta. Me reconoció también que se sentía importante porque yo empecé a saludarlo con efusividad cada noche (supuse que algo tuvo que ver en mi actitud que entonces él tuviera unos dieciséis años, la edad de Telémaco).

3 comentarios:

Lara dijo...

El poema no es mediocre y yo asistí a aquellos delirios y todos erais tan simpáticos y tan cándidos y duró la locura el tiempo suficiente como para que ahora lo recordemos como una Era o algo así, y lo recordemos tanto, y sí, seguramente el chico tendría esa edad, pero es que tú no habías llegado a los veinte, y ya tomabas café en las madrugadas de la Alameda como si nos hubieras sobrevivido a todos.

Muy bueno Beirut, sí.
Y lo que te digo es José González, In Our Nature.

Un abrazo.

Miguel Ángel Maya dijo...

...Estoy de acuerdo con Lara...
...Yo también recuerdo ese poema, incluso mucho antes de Galería Torneo (curiosamente, todo vuelve, Ana Rosetti, con quien te peleaste por llamarla "Poeta" y no "Poetisa" después de haberla hecho venir en el Ave de las 23 horas, estaba en el jurado del Cajamadrid: ese día recordé con ella aquel fatídico recital en Galería Torneo)...
...Sí, es verdad, David, tomabas café y hablabas de Álvaro Pombo el día que conociste a Daniela en Sevilla. Yo la miraba de reojillo, y la veía aburrida y desconcertada: después subimos a tu casa y le pusiste a la Terremoto de Alcorcón y le enseñaste cómo funcionaba tu mascota Chunli. Daniela se quedó mucho más tranquila...
...Sí, recuerdo también cómo recitabas ese poema: como si te hubieras tragado a Rafael Alberti...
...Qué divertido fue, sí, y sí, fue ayer, lo cuál no quita que fuera hace tanto...
...Besos...

David J. Calzado dijo...

Queridos:

Tienen base de verdad vuestros recuerdos. En mi descargo he de aclarar que el altercado con Rosetti se debió a la ingestión a raudales de J. Walker (hablo de mi garganta, creo recordar que ella bebía Bombay Saphire, mucho más sofisticado sin duda).

Con todo lo dicho me viene a la memoria unos versos de José Mateos, poeta que pasó por aquellas veladas:

El tiempo que pasa pesa
con el poso de los años,
perdimos la juventud,
quedaron sus desengaños.

Salud.