Cada abrazo exhala su propio aroma. Viejos amigos me traen aquel olor del lentisco abriéndose paso en la roca caliza. Sueño la cumbre y vuelvo en cada abrazo.
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También el mar está lejos. La sal es un recuerdo. Una huella en los labios. Un columpio detenido en su vuelo. Y el abrazo pendiente.
[Óleo: R. Diebenkorn, Bluesorround, 1982]