domingo, 27 de diciembre de 2009

Alta torre

Altura de la torre sin vigía,

enhiesta hacia las nubes como dedo.


Inmarcesible mole que no cede

al tránsito, la bulla, los motores.


Encallada resiste, como tantas,

esta esquina del mundo. Se interpone,

vertical desafía, rompe, asciende.


¿Qué cálculo algebraico la erigió,

con qué labor cocieron sus sillares,

quién tanteó en la sombra su firmeza

después del beso frío de la noche?


Hoy me siento a su lado por si acaso amanece.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Equilibrio del funámbulo (Breve epístola a Miguel Ángel Maya)


Cádiz, 10 de diciembre de 2009.

Querido Migue:


Nunca me gustaron las acrobacias pero a veces la vida nos obliga a ensayar el funambulismo. No tengo miedo a la altura; más bien me estremece la idea de vacío (lo siento por Sören). Todos piensan que me da pánico volar. Se equivocan. Mi miedo es a caer. Mi peor pesadilla es caer y caer y caer... No es lo mismo. Supongo que me entiendes.


¡Supera tus miedos, al menos haz el intento, debes aprender a controlar tus emociones! Y un carajo de poliexpán para José Antonio Marina y la industria de la autoyuda. No quiero superarlos; prefiero asumir mis limitaciones. Es contraproducente superar los miedos, Miguelito. No porque sean irracionales y sea estéril el intento, sino porque sin mis miedos, mis fobias ni mis manías no sería Yo, sería Otro. Ese Otro al que aspira la masa en su afán de anular la diferencia y el matiz: joven de éxito con proyectos e ilusiones, con futuro y sin miedo a volar. No todos encajamos en ese modelo. Ni falta que hace. Quizás un 1% de la población mundial, siendo generoso, puede aspirar a formar parte de ese club. Pero ese jodido 1% hace mucho ruido y gana postulantes (incluso entre los nonagenarios). Qué se le va a hacer. Siempre nos subyuga alguna tiranía. Nos ha tocado ésta.


A mí de momento me basta con el presente. Y con el pasado. Lo que fui y lo que soy. La llama y la ceniza. No tengo proyectos ni planes de futuro; no pienso en si soy feliz porque me la trae floja serlo. Pero en alguna ocasión nos hemos reído juntos, ¿verdad?


Mi vida ahora es una cuerda floja donde ejercito un sinfín de posturas nuevas, en su mayoría de una ridiculez espantosa (siempre presente el miedo al resbalón). Pero son mis muecas, mis tics, mis gestos, los que me hacen ser yo mismo.


Sabes que te quiero.

David J.

martes, 1 de diciembre de 2009

HOY

No tengo ganas de ir al gimnasio, de trabajar bíceps y tríceps hasta la extenuación. Hoy no. No quiero ser más fuerte ni más guapo ni lucir abdominales. Hoy no forzaré conversaciones de chat con nadie en busca de un polvo. Hoy no.

Hoy quisiera cenar contigo y descorchar una botella y ver juntos una peli apocalíptica y quejarme por lo tarde que me acuesto, a tu lado, otra noche más. Hoy quisiera que fuese ayer.

domingo, 22 de noviembre de 2009

La vida aparte


La vida verdadera siempre aparece en una carretera secundaria. Sin esperarlo, irrumpe, zarandea y se instala. Hay que quemar mucho neumático por vías principales, tomar otros tantos desvíos y repostar incansable antes de que algo así suceda. En uno de esos caminos que circunvalan la vida de cualquier persona, conocí primero la voz y después la música de Paco Cifuentes. Antes de sus discos, incluso antes de sus primeras maquetas, ya había conseguido instalarse. Ahora con La vida aparte vuelve a conmoverme, despliega y bate enérgico los pulgares, me obliga a regresar -sin haberme ido nunca del todo- a aquella carretera secundaria donde nos encontramos por vez primera.

Si Paco susurra palabras, si en algún momento canta a media voz, si deja que fluya la música, si espera paciente su turno, todo alféizar se estremece y llena de luz cada espacio. Más allá del postigo hay un sur y en el centro, una boca, y la impostura azul del cielo es trampa conocida desde antiguo -¿acaso importa eso?-. Celebra en cada estrofa la ceniza porque siente allí el fuego y su pálpito ahogado revelándose.

La vida aparte, con desgarro y dulzura en la espina dorsal, para erguir todo sueño tras una cicatriz. El adverbio se ensancha y atrapa en su magnitud hasta un lugar remoto y distante: aparte, donde un sur y una boca y un cielo azul ofrecen más de lo que piden (así lo hacen creer), aguardan generosos a que insufles aliento y les prestes tu vida.


[Foto: L. Moreno]

domingo, 8 de noviembre de 2009

Soniquete de Cádiz

Hace unos días, en la mítica taberna El Manteca, a la vera de mi casa, cogí in fraganti a una señora robándome chicharrones y rodajas de salchichón de mi papel de traza. Aprovechó el jaleo de unas improvisadas alegrías. Advertida ésta de mi descubrimiento, se me acercó como si nada y me dijo al oído: "lo siento, pisha, pero es que la pringue es lo único que me baja la borrachera". Cómo iba a enfadarme. Me reí y así enérgico a mi zurda el vaso de mosto (en la diestra, el cigarro). Alcohol y tabaco no los comparto hoy, pensé. Reconozco que no voy a diario porque tengo miedo a convertirme en otro personaje de La Viña. Ostentar esa distinción me haría empadronarme de por vida en esta ciudad.

Tirititrán trán trán. El bueno de Chano explicó en muchas ocasiones de dónde venía ese soniquete. Tuve la suerte de oírselo narrar una vez en Sevilla. Al parecer, Ignacio Espeleta fue el artífice. En una noche de farra, Sánchez Mejías le pidió que se cantara una coplilla que le había oído tantas veces. Al no recordar la letra y no tener pringue suficiente para bajar la borrachera, improvisó el famoso soniquete. Generación tras generación, los cantaores fueron haciendo suyo ese comienzo de las alegrías. Chano Lobato fue un maestro. Para ilustrar lo dicho, traigo la voz del joven chiclanero David Palomar, después de disfrutarlo en directo en el Gran Teatro Falla hace unos meses. Grande.


miércoles, 4 de noviembre de 2009

Renuncia



He hundido los ojos

–la mirada es la misma-.

He renunciado a ser

quien pronuncie tu nombre.

Qué tristeza en dos sílabas.


Te hubiera dado el mundo...



[Fotograma: El tiempo que queda, 2005]

lunes, 26 de octubre de 2009

Generación Peta Zeta


Mi amigo N me cuenta que ha invitado por su cumpleaños a cenar a su novio. Una velada romántica en un nuevo restaurante de Sevilla, en la Alameda de Hércules. Donde antes campaban putas, yonquis y se ponía el rastro, ahora pasean gafapastas, modernitos y muchos perros sin correa. El viejo bulevar renacentista se ha reconvertido desde hace años, ya sin albero, en un nuevo sitio de moda repleto de bares.

Recuerdo todavía esos inicios balbuceantes hacia la transformación: las putas sentadas todavía a la puerta de sus casas de trato, el bar La Gallega y sus bolas picantes (insalubres pero muy baratas), el rastro de los domingos y las hogueras del sábado. Un tipo del mercadillo vendía piedras a diez duros. Las cogía del suelo, las lavaba en una palangana y siempre había alguien dispuesto a comprar alguna (yo mismo, en cierta ocasión). La guasa de Sevilla (en Cádiz tenemos la gracia).

Mi amigo N ha pagado por la cena para dos cien euros. Una cena escasa de nouvelle cuisine pero con una presentación y un trato exquisito. Me advierte que soy de los pocos amigos que le comentan que es un abuso. Le explico que la culpa de todo lo tiene el Peta Zeta. Cuánto daño nos hizo, me lamento. Se ríe e, interiormente, confirma sus sospechas sobre mi desequilibrio mental. Me explico mejor. Cuando éramos niños llegó al kiosko el Peta Zeta. No tenía un gusto especial que lo diferenciara de otros caramelos. Pero el Peta Zeta se hizo un hueco y forjó nuestra sentimentalidad culinaria. Lo comprábamos porque chisporroteaba en la boca, no por su sabor. Peta Zeta, el caramelo que peta. Esos niños rondamos hoy la treintena. Somos la generación Peta Zeta. Exigimos tomar la tortilla de patata a sorbos en un chupito.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Elipsis

Todo el mundo tiene un pasado roquero. Yo no. Lo mío es el futuro. Aguardo un mañana roquero. Desgraciadamente ando un poco mayor para subculturas fascinantes como la de los emos o los otakus. A estas alturas no me queda suficiente cabellera como para peinar flequillo. Que más quisiera Rostro Pálido. Estos últimos días he rememorado mi pasado reciente en compañía de buenos amigos y pésima ginebra de garrafón. Lo pienso en el AVE que rápido y suave me lleva a Sevilla. Ya estoy en Sevilla. Concluyo: he aprendido a amar a Madrid con el paso de los años. Madrid es un caudal de nombres propios y sábanas ajenas. De niño, mis padres me llevaron al Museo de Cera. Sádica ternura. He tardado en recuperarme casi veinte años. En la calle Fuencarral, una teutona con ojeras de desconcierto blande frente al dependiente unas zapatillas imposibles. "¿Esas? -responde el chico con acento asturiano, sin apenas detenerse en observarlas- Son de gay, cariño. Pero si tanto te gustan, te las puedes llevar". Y a las cinco y media se encienden las luces en el Nasty y volvemos a casa.


domingo, 4 de octubre de 2009

Ayer


Ayer acabé cantando cumpleaños feliz en portugués a las cinco de la madrugada. Salir solo depara esas sorpresas. Salir solo y haber holgazaneado un curso básico de lengua lusa con veintitantos. Pero se necesita empeño. Hay que vencer la inercia. Siempre me costó dejarme llevar. Tarde o temprano hay que volver de donde te llevaron y mi orientación es pésima. Hay gente que empieza a sonreírme tímidamente en los bares. Les sonrío. Con insistencia sonrío mientras las luces molestan las pupilas. Me siento fuera de sitio. Pido otro gintónic y asumo que no me iré hasta que enciendan las luces. Parabéns a você, nesta data querida. A las seis nos echan. Dudo si coger un taxi e ir a otro local. Mala señal. Debería haber bebido mucho más. Al menos la cantidad suficiente como para no plantearme aún la vuelta a casa. Tomo nota. De los errores se aprende.


[Foto: L. Moreno, Vuelta a casa]

viernes, 2 de octubre de 2009

Con Honduras

Los poetas, músicos y artistas reunidos en Granada con motivo del festival Poesía en Resistencia 2009, y amigas y amigos de la poesía y otras artes, quieren mostrar, a través del presente comunicado, su solidaridad con el pueblo hondureño y la legitimidad de su lucha por la restauración democrática y contra las violencias de un golpe de estado que está vulnerando los derechos humanos. Desde la poesía, la música y las artes españolas compartimos la lucha de la sociedad civil hondureña y de sus poetas, músicos y artistas, quienes siguiendo una larga tradición centroamericana de compromiso con la vida y la justicia, están protagonizando un frente de lucha por las libertades civiles. Como compañeros de la palabra, vaya nuestra amistad, nuestro cariño y nuestro apoyo solidario a su resistencia.

Festival Poesía en Resistencia
Granada, septiembre-octubre 2009

Primeras adhesiones: Juan Carlos Mestre, Enrique Falcón, David Eloy Rodríguez, José María Gómez Valero, David Franco Monthiel, Celia García, Luis Melgarejo, Miguel Ángel García Argüez, Esteban Jusid, Soledad Muriel García, Luis Felipe Blasco Vilches, Sonia Bolaños Roa, La Barca de Sua, Agenbite of Inwit, Carmen Camacho, Pepe Calvo, Manuel Fernando Macías, Juan Antonio Bermúdez, Pedro del Pozo, Daniel Mata, Santiago Barber, Sofía Castañón, María Eloy-García, Cristina Consuegra, Jabo H Pizarroso, Manuel Ortega, Carlos Pardo, Ana Pérez Cañamares, Pablo Lópiz, Poliposeídas, Antonio Méndez Rubio, Jorge Riechmann, Manuel Moya, Antonio Molina Flores, Viktor Gómez, Juan Antonio Mora, Alicia Martínez, Juan José Téllez, Celia Romero, El Dorado-Espacio Mae, Laura Casielles, Poetas de la Trinchera-Valencia, Matías Escalera, Lola Crespo, Guadalupe Grande, Enrique Cabezón, Jesús Fernández Palacios, Iván Izquierdo, Verónica Pedemonte, Antonia Péris, Antonio Martínez y Ferrer, El Silbo Vulnerado, Eduardo Milán, Lucía Boscà, David J. Calzado, Miguel Ángel Rincón, Juan Cruz López, Virgilio Tortosa, Manuel Ruiz Torres, Francisco Vélez Nieto, José María Cumbreño, Sefa Bernet, Dolores Herrera Uribe, Jesús Ge, Eduardo Romero, Carlos Violade, Ricardo Bermejo, Abdullah Abenyusuf, Belén Artuñedo, Alberto García-Teresa.


martes, 29 de septiembre de 2009

Ha llegado el momento

No sé cómo decirlo con mayor claridad. Lo dice por mí La Casa Azul. Sigo la senda pop.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Sin pretensiones

Qué queréis que os diga, el mundo no acompaña. Acabo de volver de tomarme un buen Riberita, maridado con queso y mermelada de frambuesa, en ese oasis salino que es el Pópulo en Cádiz. Reviso titulares en Internet y me asalta el video de Rajoy con lo de "los chuches" (sic). La gente a mi alrededor habla de la conveniencia o inoportunidad de la indumentaria de las hijas del presidente (gentes que nunca fueron ni punks, ni emos, ni siquiera adolescentes, como yo tampoco lo fui). Acabo hablando de eso sin apenas advertirlo (¡porca miseria!). Ponen fútbol en la tele, en la radio, en la sopa. Me aislo. Ayer vi Eating Out. Me reí. Después puse Eating Out 2. Volví a reírme, cómplice de su falta de pretensiones. Pero el tedio acecha en los titulares y ... en fin, me pongo este nuevo videoclip de Mika que me hace sonreír y me dan ganas de volverme más marica y vestirme con colorines pop. Con la que está cayendo ahí fuera.


sábado, 26 de septiembre de 2009

Cuatro veces fuego


Resulta extraño ver cómo puede llegar a tomar forma y materia algo tan intangible como el trabajo creativo. Ocurre cada vez que se edita el trabajo de un amigo (un disco, un libro, una porno). La vida del creador semeja un embarazo permanente de partos sucesivos. Bien es verdad que en el mundo editorial hay también libros prematuros, otros alumbrados con la epidural del superventas precedente e incluso algunos engendrados en vientres estilográficos de alquiler.

Lara Moreno, por desgracia para su cuenta bancaria, es marginal (no sé si con vocación de serlo, eso habría que consultárselo a ella) y –que yo sepa- no pertenece a ningún cenáculo literario (coincidimos en preferir las tabernas, mejor si son prostibularias). El boca a oído -desde la aparición de Casi todas las tijeras- se está encargando de darla a conocer. Poco a poco, sin prisa.

Cuatro veces fuego, su último libro de relatos, supone una suerte de conjuro jaculatorio que nos transporta –permitid la aparente paradoja- a mundos tan desconocidos como reconocibles. Hay que reivindicar lo imaginario, tan devaluado en estos días, como seña de identidad propia de esta autora. Gracias a su fértil capacidad de fabulación, podemos codearnos con un tipo que encierra en su boca al mar, mientras juegan los niños sus cartas macabras y alguien desentierra una lámpara sin genio dentro. Cada relato es un fogonazo, una llamarada instantánea que aturde más allá de su extinción.

Por fortuna, este libro no supone ninguna consagración definitiva (sería difícil encajar bien eso). El valor de esta obra estriba en ser su última plaza habitada. Un granito de arena más para la duna de su playa. Habrá más partos en lo sucesivo. Y otros padrinos con más tino -
auguro- redundarán en lo aquí dicho.

[Foto: P. Hierro, Lara en La Canela de Cádiz, 2009]

lunes, 21 de septiembre de 2009

The Pillow Book


Greenaway acompasó nuestra respiración en un inicio. La caligrafía sobre el cuerpo, la escritura de la carne. Biblioteca en llamas. Todas aquellas imágenes vuelven en tropel precisamente ahora. Como Nagiko, yo escribo también sobre él. También despellejo cada instante compartido. Ese es el único libro. Esa es mi única voz.



[Foto y video: Peter Greenaway, The Pillow Book, 1996]

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Los días del ahogado


Entre dientes restaño estos versos de Rosales junto a unos propios.


Como el náufrago metódico que contase las olas
que faltan para morir, y las contase, y las volviese
[a contar, para evitar
errores, hasta la última,
hasta aquella que tiene la estatura de un niño
y le besa y le cubre la frente,
así he vivido yo con una vaga prudencia de
caballo de cartón en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que yo más quería.

[Luis Rosales, "Autobiografía" en Rimas, 1951]


Lejos de los océanos profundos,
este mar luminoso, nuestros días
de espuma y caracola, cuello y codo,
el olor a salitre de la brisa,
la sombra eterna de tu cuerpo breve.

Qué restos del naufragio cuando lleguen
los días del ahogado.

[David J. Calzado, "Lejos..." en Aquí y ahora, 2008]

martes, 15 de septiembre de 2009

BLOW UP

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Siempre hay una foto, convenientemente ladeada, junto al cabecero de cada historia. La de nuestra historia la tomó Quino Petit. Mañana de nubes, en una destartalada azotea de la calle San Luis, en Sevilla. Posamos apoyados en una pared. Una sábana sirvió para potenciar la luz. Recuerdo cómo Quino insistía en que mantuviésemos la mirada fija en un punto imaginario. Autoridad y firmeza. Las sesiones de fotos siempre me ponen nervioso. La primera vez que vi Blow Up (él me la descubrió) tuve pesadillas. Desde entonces esa foto me ha acompañado en cada mudanza. Ahora cuelga en casa de mis padres, lejos del mar. No quiero destronarla. Impasible se yergue ante la tormenta, desafía el vendaval. García-Alix lo explica:

La fotografía es un certificado de presencia... De ausencia.
La fotografía es iconografía de muerte. Está en su naturaleza. En ella ya no somos como somos. Somos como éramos…
Ciertamente en la fotografía hay un elemento fatalista.
En cien años todos calvos. Quiero decir que una colección de retratados es una colección de futuros cadáveres.
La fotografía es un poderoso médium.
Nos lleva al otro lado de la vida. Y allí, atrapados en su mundo de luces y sombras, siendo sólo presencia, también vivimos. Inmutables. Sin penas. Redimidos nuestros pecados. Por fin domesticados… Congelados.
Al otro lado de la vida... De donde no se vuelve.

Alberto García-Alix, "De donde no se vuelve" en Moriremos mirando, La Fábrica, 2008.

[Foto: A. García-Alix, Heridos]


domingo, 13 de septiembre de 2009

Love will tear us apart


Sueño con Ian Curtis.
Qué cicatriz encarnará esta llaga.
Love will tear us apart
again.

When the routine bites hard
And ambitions are low
And the resentment rides high
But emotions wont grow
And were changing our ways,
Taking different roads
Then love, love will tear us apart again

Why is the bedroom so cold
Turned away on your side?
Is my timing that flawed,
Our respect run so dry?
Yet theres still this appeal
That weve kept through our lives
Love, love will tear us apart again

Do you cry out in your sleep
All my failings expose?
Get a taste in my mouth
As desperation takes hold
Is it something so good
Just cant function no more?
When love, love will tear us apart again.


[Canción: Joy Division, Love will tear us apart.
Versión: Honeyroot]

Ícaro

Acerca del dolor nunca se equivocaron
Los maestros antiguos: qué bien comprendieron
Su sitio en nuestra vida, cómo llega
Mientras otros comen, abren una ventana o se
Pasean sin más.


W. H. Auden, “Museo de Bellas Artes” en Otro tiempo (trad. A. García)
.................................................................................
Lo que ocurre cada día y vuelve cada día, lo trivial, lo cotidiano, lo evidente, lo común, lo ordinario, lo infraordinario, el ruido de fondo, lo habitual, ¿cómo dar cuenta de ello, cómo interrogarlo, cómo describirlo?

Georges Perec, Lo infraordinario (trad. M. Cebrián)

Ícaro cae. Nadie se inmuta. La vida en su fluir más cotidiano. Abajo, a la derecha del lienzo, se hunde lentamente. Su dolor me lastima.

[Óleo: Paisaje con la caída de Ícaro,
atrib. Pieter Brueghel el Viejo, 1554-55]

lunes, 7 de septiembre de 2009

TRADUTTORE, TRADITTORE


Leo atento a Teócrito ante el estupor de viejos amigos. Edición de Aguilar, ya descatalogada, de principios de la década de 1960. En uno nota a un Idilio, González Laso -traductor y editor- se queja del comportamiento "poco masculino" que muestran los pastores; en "El cabrero y el ovejero", directamente se inhibe de traducir. Comatas replica:
"Pero, ¿no te acuerdas de cuando yo te ...(latín, subigitavi)...,
mientras tú sonriente bien te retorcías, agarrado a esta encina?"
Y esa omisión deliberada -unida a mi parcial olvido de la lengua latina- dispara la imaginación hacia zonas tórridas. Imagino al cabrero sodomizando al ovejero, en reiterado vaivén rítmico. Frente a mí, la imagen semental de estos ganaderos dándose por culo, con los torsos sudados. Ni los más explícitos epigramas de Estratón de Sardes me incitaron tal pulsión erótica (la escena da para varias pajas). ¿Más masculinidad? Imposible.
[Foto: Baron Wilhelm von Gloeden]

jueves, 3 de septiembre de 2009

Las Cortinas


Curro, Félix, Joaquín, aquella playa

y la luz y Samir y su barca de caña

varada entre las rocas,

un eco de batalla frente al faro,

donde se oculta el sol como otras tardes.

Ovillamos las piernas y los brazos

porque salta Poniente, sonreímos

al pensar en la arena renovada,

estos días sin fin, todo principio.

Juntos. Cerca. Felices.



[Óleo: Costus, Caños de Meca]

lunes, 31 de agosto de 2009

VOLVER

Vuelvo a Cádiz.


[Foto: Caleta, A. Domínguez, 2008]

miércoles, 26 de agosto de 2009

GOLPE


Como todos los niños de entonces, yo también tuve una flamante calculadora. Marca Casio, recuerdo. Tras caerse al suelo y recibir varios golpes, siguió funcionando. Made in Japan. Si la agitabas, oías en su interior cómo bailaba una pieza desprendida. Sumaba y restaba, multiplicaba y dividía, pero su pantalla dejó de brillar con la intensidad primera; un acento de tristeza se instaló para siempre en su sucesión de dígitos verdes.

Si hoy me zarandeaseis, oiríais dentro de mí aquella pieza.



[Foto: Desde nuestra azotea, D. Calzado, 2006]

lunes, 22 de junio de 2009

Última écfrasis


Cierro la serie dedicada a los lienzos de la pared con un cuadro romántico de inspiración mitológica. John William Waterhouse pintó este Hylas y las ninfas que veo ahora desde mi sillón. No hay necesidad alguna de conocer el episodio mítico para advertir que se oponen dos mundos. La piel tostada del héroe (el bronceado entonces debía ganarse en hazañas y proezas) contrasta con la desvaída palidez de las siete ninfas. Oscuridad de la superficie frente a claridad de la hondura. Ahí está la tensión.


La mirada de las ninfas exhala concentración hipnótica. Los brazos de dos de ellas se aferran suavemente al cuerpo de Hylas, incapaz de oponer ninguna resistencia, dejándose hundir en el manantial. No hay violencia. Blanco sobre negro.

Heracles, desesperado, buscó al joven, junto a Polifemo, durante toda una noche. Pero Hylas ya habitaba otro mundo. Así lo canta Teócrito en el Idilio XIII.

[Lienzo: Hylas and the Nymphs, John William Waterhouse]

[Boceto de ninfas: John William Waterhouse]

jueves, 18 de junio de 2009

Pared

Prometí hablar más de mis paredes. Resulta difícil elegir una sola lámina antes de la mudanza, cuando todo anuncia cambio. Inmerso en esta diatriba, advertí que falta un cuadro en mi pared. Nunca colgó allí ni tampoco estuvo ladeado en ningún otro muro que haya cercado mi existencia. Pero siempre se hizo presente. En el recuerdo es un lienzo que ahuyenta la flama de sobremesa y su bochorno, un paisaje litoral con muchacho (o a la inversa, según gustos).


Caños de la Meca en 1987. Veinte años sí es mucho en este caso. A mediados de julio volveré a ese mismo lugar y en algún instante (si me dejan los perroflautas, cada vez con más perros y menos flautas) me reencontraré con la calma que encierra el magnífico acrílico de Costus. Al hundir el limón en la copa de gintónic me acordaré de Juan y Enrique y maldeciré que haya dioses obscenos que siempre los prefieran jóvenes.

(Desde 1989 las cenizas de Enrique revolotean cada tarde en la Caleta. El cuerpo de Juan quedó enterrado en Sevilla, porque su espíritu quiso seguirlo al vuelo).

[Cuadro: Caños de la Meca, Costus, 1987]
[Foto: E. Naya y J. Carrero, Costus, frente a una de sus obras]

lunes, 15 de junio de 2009

Epístola


Quer... X:


Aunque sea ya tarde, debes saberlo. Lo que contesté mientras reías -sabes de que te hablo- fue verdad sólo a medias. No me arrepiento. Hubiera dolido en el párpado cualquier otra respuesta. Hoy debieras saberlo y por eso te escribo. Siempre quise decirte estas palabras. Quedan dichas.


H. C.

jueves, 11 de junio de 2009

DESPEDIDA

Antes de irse, Chano Lobato nos legó su cante. Sus soniquetes los conozco desde que tengo memoria, mucho antes de ponerles nombre. Me despido de Cádiz en pocos días. Si el tráfico lo permite, cruzaré esta bahia rumbo a Sevilla. En ese preciso instante sonará este tanguillo. Y todo habrá acabado.

domingo, 7 de junio de 2009

ÉCFRASIS

Llevo nueve meses viendo cada mañana, al despertar, una reproducción de Klarwein en la pared frontal a mi cama. Cosas de vivir de alquiler y no prestarse a eslóganes de Ikea. Está claro que se trata de una Anunciación: la paloma, el espíritu santo alado con su dedito hacia el cielo.

Una mujer desnuda de curvas turgentes y pecho generoso recibe un cunnilinguo de la inmaculada ave (al menos eso piensa mi mente calenturienta). Detrás un sinfín de telas, alfombras y flores ocultan tras de sí la figura de un elefante. Hoy quería escribir sobre el cuadro y, al buscar la imagen para ilustrar la entrada, descubro que mi reproducción es un detalle del óleo original. Lo que llevo nueve meses sin ver es a un trío de chamanes orantes, ataviados con ropaje ritual, ante un bodegón de fruta tropical en lo que parece una ofrenda. También hay un tipo tocado con un sombrero chino.

Este cambio -recién descubierto- me hace replantear mi interpretación de la obra. De repente me convierto en un detective, no tan salvaje como los de Bolaño, pero detective a fin de cuentas. Observo perplejo la escena. ¿Qué pinta un chino sentado allí? Lleva gafas de sol y sonríe gustosamente. El resto de personajes no parece percatarse de su presencia o quizás no les importe. Frivolizaría al pensar que ha podido colarse, sin más, debido al peso demográfico pero no me satisface. Estoy exhausto.

Busco en la red alguna pista sobre el cuadro y se produce el hallazgo. El chino no es tal chino sino el propio pintor, Mati Klarwein. Este cuadro sirvió de portada a uno de los discos del guitarrista mexicano Carlos Santana. Debo ser el único sobre la faz de la tierra que no conozca ese LP a tenor del comienzo de la información : ¿Quién no conoce la portada del disco Abraxas de Santana?

Lo poco de la vida del señor Mati Klarwein (Hamburgo, 1932- Palma de Mallorca, 2002) que se extracta habla de LSD, fiestas por todo lo alto, ataques con hacha por blasfemia, cuatro hijos de tres esposas y otras tres sin hijos.

Ahora sólo me queda averiguar el porqué de la elección de mi arrendataria, ¿es admiradora de Santana o le gusta Klarwein? Puede ser que esta mujer haya asistido, hace años, a alguna de esas fiestas tan locas en cualquier cala balear. De mañana no pasa, me aposto a su puerta y sigo sus movimientos.


[Óleo: La Anunciación, Mati Klarwein, 1961]

jueves, 4 de junio de 2009

CUERNOS



Tal vez no sea la luz como recuerdo,

entonces hubo luz -eso es seguro-,

y mordisco y tobillo y la risa obstinada,

inextinguible.


Y bufandas y un libro. Todo fue aquel instante.

Nosotros (veintipocos) en una antigua historia,

sin saber qué decir ni cómo, pero cerca.


Dije adiós hace poco a tu caligrafía

nerviosa, la solapa

del paquete de Nobel, que guardé tantos años,

con tu nombre y teléfono, un extraño fetiche.


Nosotros, los de entonces (treintayalgo),

seguimos mutilando solapas de cartón,

anotando con prisa en la noche a sabiendas.

Hubo luz. Lo aseguro.


[Fotograma: Hierro 3, de Kim Ki Duk]

miércoles, 20 de mayo de 2009

FREAKS EN EL AÑO POE

"... no dejan de perturbarnos, pese
a todos sus excesos melodramáticos,
porque son capaces de destilar
grandes temas culturales mediante
una especie de taquigrafía de imágenes pop."
David J. Skal

El rechazo al otro y el miedo a lo desconocido siguen siendo temas de actualidad después de más de setenta años del estreno de La Parada de los Monstruos (Freaks, 1932), del director Tod Browning (Kentucky, 1882; California, 1962). La película narra la fascinación de Hans, el enano, por la bella trapecista Cleopatra, al coincidir ambos en el circo. Cleo (Olga Baclanova), amante secreta del forzudo Hércules (Henry Victor), seduce a Hans para que deje a su prometida, también enana, Frieda (Daisy Earles). Se casa con él e intenta envenenarlo con intención de apoderarse de una importante herencia. Pero la solidaridad entre los “monstruos” permitirá un desenlace inesperado donde interviene la mutilación, la venganza y el escarnio público.

La película, basada en la novela Spurs de Tod Robbins, comenzó a rodarse a mediados de 1931, aprovechando el éxito comercial cosechado por su director (Drácula, 1931). El influyente productor de Metro-Goldwyn-Meyer, Irving Thalberg (el mismo que quiso contactar con Buñuel y que obtuvo silencio por respuesta) le dio plena libertad para hacer a su antojo la película. Aunque tras el visionado definitivo obligó a Browning a hacer unos cortes considerables que explican su poco más de sesenta minutos de duración. No fue suficiente. A pesar de los cortes, la película debió salvar las censuras de medio mundo.

Browning aprovechó para hacer una historia muy personal: impuso un rodaje sin trucajes gracias a la fecunda colaboración de auténticos fenómenos del circo Barnm. La trouppe de Madame Tetrallini (el hombre tronco, los enanos, las niñas calvas…) sobrecoge aún hoy, por su veracidad y ausencia de artificio.

El ciclo fantástico-terrorífico, tan en boga en aquellos años, se engrandece con algunas magistrales escenas de esta producción que R. Gubern ha bautizado como “aquelarre goyesco”. La aceptación de Cleopatra en el círculo social de los “monstruos”, mediante un acto de comunión colectivo, es de una belleza e intensidad sobrecogedora.

El enfrentamiento entre la deformidad física de Hans (y su correlato femenino, Frieda) y la deformidad moral de Cleo (y su correlato masculino, Hércules) constituye una actualización del viejo tópico del irreconciliable binomio belleza corporal / espiritual, centro de tantas historias (Dorian Gray, El Hombre Elefante, arquetipo de la femme fatale...).

Otra elemento interesante es el sentimiento de solidaridad entre los “monstruos” y los propios códigos de conducta que cohesionan su comunidad para defenderse de los ataques del entorno hostil. De la ternura y el humor pasamos a la venganza y el espanto, con auténtico desconcierto.

Aunque la película fue mal conocida en Europa durante largo tiempo y la crítica de la época la despreció, una generación de aficionados, al margen de la cultura oficial, consiguió recuperarla. Hace unos cuantos años, el Festival Internacional de Cine de San Sebastián (1996) realizó un repaso de la filmografía conservada de Browning. Fruto de aquel acontecimiento se publicó el magnífico estudio monográfico El carnaval de las tinieblas, de David J. Skal y Elías Savada (Fest. Int. de Cine de San Sebastián y Filmoteca Española. San Sebastián, 1996), lectura muy recomendable para los admiradores de quien ha sido calificado como el “Edgar Allan Poe del cine”. Otro día os hablo de Javier Gurruchaga y su devoción por este director.

[Foto: Browning, en el centro, con el elenco de Freaks]

[Video: Escena de Freaks (1932), de Tod Browning]

domingo, 17 de mayo de 2009

GLAZZ Y LA ALFOMBRA MÁGICA


Delimitan el espacio del escenario tres alfombras: sobre ellas Dani Escortell, Javi Ruibal y José Recacha. La palabra de Lara Moreno, imágenes y movimiento. Entrega. Sin paliativos. GLAZZ tiende una gran alfombra mágica bajo las gradas y hay altura y volamos.

[Fotografía: Patricia Hierro, Video: GLAZZ]

lunes, 11 de mayo de 2009

ALBADA

El crepitar del cigarrillo sobre la loza húmeda de este cenicero repleto. De orilla a orilla, la vida y su rutina. Danzo al paso macabro cualquier baile que alegre la cintura y descomponga el torso (nuestra carne se larva, fuego de San Marzal, blablablá, Berceo y sus secuaces). No sabré si has venido, si no vuelcas la silla y me ofreces el muslo que aquella noche tuve. Levántate, camina, no te detengas, Lázaro: acude, corre, vuela. Cavan buscando, tenaces, como fauces abiertas, la aurora en tus relojes. Ya cantan los gallos, cata que amanece.
[Ilustración: © Brett Wexler, Tim and Peter, 2003]

lunes, 4 de mayo de 2009

Hermanos


A quienes les apetezca leer páginas balsámicas ante tanto desastre, les recomiendo encarecidamente la novela que Fernando Vallejo publicara con el metafórico título de El desbarrancadero (Madrid, Santillana, 2001). Así se jodan. No anda el mundo para lecturas amables. Ahí va un fragmento:

Hijo: Hazte nombrar y valoriza el puesto. Que nada pase con tu firma sin tu coima, que el mundo es de los vivos y el cielo de los pendejos. No des sin que te den y si no te dan que esperen, que la prisa es de ellos: ellos tienen la siderúrgica prendida y no pueden esperar: tú sí, tú tienes sueldo. ¿Industrias? ¿Cultivos? ¿Trabajo para los desempleados? Que las abran ellos, que cultiven ellos, que les den trabajo ellos que son los explotadores: tú no, tú eres santo. Y ten presente que funcionario que deja el puesto ya no es: fue. Por eso les dicen «el ex ministro», «el ex presidente», con una equis lastimera. En esa equis radica la diferencia entre el ser y el no ser. Así que no sueltes puesto sin tener otro mejor preparado. A tus inferiores humíllalos, a tus superiores cepíllalos, y cuando tus superiores caigan, dales con el cepillo en la cabeza que la lealtad es vicio de traidores. ¡Cómo vas a traicionar tus intereses por un ex jefe! Un ex ya no es. Y sube, sube, sube que mientras más subas tú tu país más baja. Nadie está arriba si nadie está abajo. En las entrevistas no te des, que tú no eres mujer enamorada, y no olvides que hoy día todo lo graban; di que si pero que no, enturbia el agua que no se pesca en río transparente. Masturba al pueblo, adula a los poderosos, llora con los damnificados, y a todos promételes, promételes, promételes, y una vez elegido proclama a los cuatro vientos tu amor a tu país pero si te lo compran véndelo, y si no hipotécalo que las generaciones venideras pagan: el futuro es de los jóvenes. Las casas, las calles, las escuelas, los hospitales, las universidades, las carreteras que prometiste déjalas como los puentes: en el aire, pendientes, entre una orilla y la otra de la nada. Absurdo sería gastarte en lugares comunes suntuarios lo que es para tus gastos: tus mansiones, tus aviones, tus palacios, tus palacetes, tus islas, tus playas, tus yates, tus putas, tus delicatessen. Y al irte, si es que te vas, recuerda que lo que dejes se lo lleva el próximo viento: dinero en arca pública es volátil cual espíritu de trementina. Eso, eso, eso es lo que le aconsejaría yo a un hijo si lo tuviera. Pero ay, yo no practico la cópula con las hijas de Eva, y la existencia por lo visto no se da sin causa agente. ¿Honraditos a mi? ¡Honrado el Papa, Su Santidad! Y trabajador además: echa azadón de sol a sol.

[Fotograma: © La Virgen de los Sicarios, Barbet Schroeder]

domingo, 26 de abril de 2009

Adiós, ramal


Raíles y retama, jaramago.
El canto de los grillos en la noche
me lleva hasta el lugar donde otro tiempo
rodaban los vagones entre juegos
de niños, bajo atenta mirada de los viejos.

Y gritaba Pinín, Rosa gemía
al paso de los coches de tercera,
la esquila de Cordera tintinea
la sombra de este prao desde entonces.

Hoy de vuelta al carril de aquella vida,
con óxido y orín en esta vía
colmada de silencio ante la luna,
apreciad todavía cómo late
el silbido de un tren entre sus piedras.

jueves, 16 de abril de 2009

PASIÓN


Hace poco rebuscando entre viejos papeles apareció el guión literario de un cortometraje que grabamos en Sevilla hace unos cuantos años. En la travesía no faltaron amigos como Quino Petit, Roberto Terán, Paco Cifuentes y Joaquín Calderón. Fue hermoso encarnar las palabras en imágenes que ahora parecen dormir un sueño eterno. Aquí vuelven esas palabras (me releo y me da un poco de grima pero no corrijo nada). Otra vez la nostalgia.



PASIÓN [ Guión Literario ]


Soy semejante al pelícano del desierto,
soy como el búho de las soledades.
Salmos CII; VII.


La luz celebra la vida en cada rincón, en cada esquina. Las gentes regresan a sus casas, los niños agotan las posibilidades últimas de los postreros juegos del mediodía. El albor, travieso, se filtra a través de las ramas de las arboledas. Cada día se produce la misma rutina y cada día, a pesar de lo previsible, sorprende de igual forma. El portal es cifra de un mundo familiar, conocido por todos.

De pie, ante el pórtico, un muchacho aguarda. Su cara casi roza el artilugio electrónico que hace las veces de aldaba –a este lugar aluminio y óxido llegaron hace ya muchos años-. Él es delgado y pasa inadvertido.

Nadie responde al portero electrónico pero no se marcha. Ha decidido hacer tiempo, quizá aparezca alguien, quizá le contesten. Ni sabe ni tiene adonde ir. La espera es una escapatoria a su desconcierto. La espera y el tabaco.

Un torpe forcejeo con la cerradura le alerta de un encuentro deseado. Su expectación aumenta. Ha emprendido un camino para llegar hasta este momento y existen las mismas posibilidades de que sea la persona que él busca como de que no lo sea. El azar o el destino resolverán esta duda con urgencia. El balanceo de la pesada puerta, el opaco cristal que no transluce más que una figura borrosa… Finalmente un “buenas tardes”, pronunciado con tono servicial y desconfiado, zanja toda vacilación. Una anciana avanza hacia la calle. Antes de abandonar el portal se asegura de que la puerta queda bien cerrada, tirando primero hasta sellarla y empujando después para cerciorarse.

Se inquieta. Este absurdo episodio ha incrementado su incertidumbre. ¿Y si no apareciera? Es la primera vez que se plantea que podría no existir un nunca más. Esta opción lo desalienta. Acaba de apagar un cigarro pero enciende otro; total, la vida es humo.

Una pareja llega. Ella se siente joven aunque ya no lo sea. Podría mediar entre ellos quince años de diferencia. Sin embargo, a pesar de la edad, salvan las distancias. Dos niños corren velozmente en carrera, casi los atropellan. Ella lo ha acompañado hasta el portal. Se despiden: Fugaz beso en los labios ¿Qué tipo de relación habrá entre ellos?

La espera cada vez se hace más angustiosa. Aprieta el calor. La calle va quedando desierta. Pero debe aferrarse a cualquier posibilidad de que aparezca, ya que ha llegado hasta aquí no puede marcharse, no debe abandonar.

Ahora no puede pensar. Demasiadas emociones revueltas. Está confuso. Mejor no pensar en nada, encender un cigarro y esperar. Tal vez aparezca.

A lo lejos un bullicio anuncia la llegada de un numeroso grupo de personas. El jaleo cada vez es más cercano. Algunas voces de mujer destacan sobre el resto, pero aún son ininteligibles. La curiosidad sustituye a la desesperanza y se acerca para ver de qué se trata. Un tropel en torno a un niño descalabrado obstaculiza el paso de la madre que marcha en busca de socorro. Es uno de los niños que vio antes y que por poco arrollan a aquella ambigua pareja. La sangre brota con exceso de su cabeza, aumentando el escándalo de lamentos y risotadas de la charanga de vecinos. Se quita la camiseta y se la ofrece a la madre para que contenga la herida hasta el ambulatorio. Ha perdido todo interés por la situación, el descalabro de un niño –tantas veces presenciado- no puede distraerlo de sus fantasmas, de su particular calvario. Poco a poco el grupo se aleja del portal, las voces se hacen ecos. La espera continúa.

La luz lo inunda todo. Acaba de salir a la calle después de un tiempo que no sabría precisar. Sus ojos, como simas rocosas, se hunden en tanta claridad. Pestañea. Debe ser mediodía.

Camina decidido, como quien ha adoptado una firme decisión y se propone a ejecutarla. La vida, mientras tanto, se exhibe impúdicamente. Las calles están repletas, los bares concurridos. No levanta la vista del suelo, no mira a su alrededor por si acaso lo reconociera alguien. En este estado, no tendría ánimo de pararse y mantener una conversación.

Camina. Le resulta imposible mantener un ritmo constante al andar. La gente, que come y bebe a las puertas de un bar, le estorba. Parpadea; ¡tanta luz!. Continuamente debe pedir permiso para poder pasar, sortearlos. No levanta la vista del suelo ni para pedir permiso.

Camina. La muchedumbre va perdiéndose atrás. Ahora recorre calles menos anchas. Observa la arquitectura, alza la vista hacia los balcones y ventanales. Sus ojos se han adaptado a la luz. Enciende un cigarro. Fuma, expulsa el humo lentamente. ¿En qué piensa?

Se cruza con gentes como sombras, de rasgos indefinidos, sin rostros. No les presta atención, no forman parte de su mundo interior, ajenos también a su existencia.

Llega, fatigado, ante un portal. A punto de pulsar una tecla, de llamar a algún piso, de encarar el encuentro, duda. Su firmeza, su determinación se atenúan. No es tiempo ahora para reflexiones. Ha tomado una resolución, ya está ante el portal. Nuevo intento con el dedo en suspenso ante una tecla. Llave para recomponer, quizá, tanta pérdida. Quiere escabullirse de tanto dolor. Ya no busca la felicidad, huye del tormento. Una única tecla y quizá… No llama. Pega el oído al portero electrónico. Nadie contesta.

Apaga un cigarrillo a la mitad. Ya ha fumado bastante. Está sentado en un bordillo. Suda. El sol se refleja en su pecho desnudo, sin coraza, desde que la camiseta fuera abandonada a la suerte de los acontecimientos. Se levanta. Llevaba ya un buen rato sentado, como testimonian algunas colillas. No puede pensar. Quiere alejarse de aquel lugar, quiere alejarse de sí mismo. Echa a andar. Sin destino.

sábado, 11 de abril de 2009

Invocación



La vida tiende trampas. Tal vez esta marea arrastre tu recuerdo. Quizá la duda amaine en esta hora. Ojalá que la brisa no detenga jamás la barcarola.



[Óleo: J. Sorolla, Niños en la playa]

lunes, 6 de abril de 2009

Hypocrite lecteur, mon semblable, mon frère!


¿Quién anda ahí? ¿Y por qué? Llevo poco más de un año hurgándome la nariz frente a todos ellos. La geolocalización pertinaz me informa que hay lectores en América. De Barcelona y Madrid llegan la mayoría de visitas. En Cádiz no me lee nadie (hasta yo me voy a la Caleta). ¿Sabré recompensar la fidelidad depositada? Siempre quise ser frutero, impregnar el olor del mango al puño de la camisa. Pero lo de ganar clientela es otro cantar... Mitad don, mitad estrategia: bichear en blogs ajenos, comentar las entradas, hilar fino las ideas, ESTAR (así, con mayúsculas). Un intercambio de intereses. No tengo claro tener algún interés en que se me lea. Lo de vender fruta tampoco va conmigo. Prefiero el aroma del mango (mucho mejor si está maduro). ¿Por qué andas ahí? Responde, hypocrite lecteur, mon semblable, mon frère! (Absténganse de contestar los amigos).



[Fotografía: poema-objeto de Joan Brossa.]

jueves, 2 de abril de 2009

Contra los mercaderes de libros

[...] y echó fuera todos los que vendían y compraban en el templo, y trastornó las mesas de los cambiadores, y las sillas de los que vendían palomas; Y les dice: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros cueva de ladrones la habéis hecho.
Mateo:21:12-13
Sonó hueco. Lo adornaron
con muchas baratijas relucientes.
Sonó oscuro. Lo escurrieron
tras fuego de artificio deslumbrante.

Apenas si sonaba, fue éxito de ventas.

[Tiepolo, La expulsión de los mercaderes del Templo.]

miércoles, 25 de marzo de 2009

ESCRITURA

Hoy no tengas ganas, ni fuerzas ni energía para escribir y sin embargo escribo. Pura contradicción. La necesidad de escribir no es más que un tópico gastado, un banco en el merendero de aforismos huecos. En realidad es que no hay nada más allá de estas líneas. Tampoco reconforta, no supone ninguna terapia. Lo hago y no puedo dejar de presentir que me hace daño. Enciendo otro cigarro con la colilla incandescente que abandono en el cenicero repleto. No me preocupa ser feliz (no compro libros de Punset ni nada por el estilo). ¿Qué coño me pasa? Conozco gente que folla menos y no vive con este amargor en los colmillos (lo del buen polvo es otro tópico). Tampoco soy un hincha decepcionado por una mala temporada ni un amigo traicionado por su mejor ex-amigo. Nada más allá de estas líneas. Escribo porque soy tinta (o píxeles) y papel (o pantalla plana). Escribo porque soy lenguaje.

Ilustración: © Richard Diebenkorn, Albuquerque 4, 1951.

lunes, 23 de marzo de 2009

La vida perra de Rosito Narboni


Ayer terminé Rosas, restos de alas (La Fábrica, 2008), primera novela dada a prensa de Pablo Gutiérrez. Ando rumiando mi desconsuelo tras su lectura, porque si algo sobresale en ella es desconsuelo en carne viva y a raudales (no hablaré de su expresión exacta ni de su ritmo hipnótico ni de su estructura fragmentaria, todo recuerda al mejor Vázquez, al de La vida perra de Juanita Narboni). Me ha emocionado, conmocionado, trastornado. No debieras leerla precisamente ahora, me repetía en las páginas 45, 58, 68. Afuera es primavera y yo aferrado al papel de gramaje exquisito, al olor de las páginas, al suculento envoltorio que reserva un espejo. Qué cabrón este Pablo, me digo, cómo construye, reconstruye, deconstruye toda infancia, quién carajo le ha contado a este tío mi adolescencia. No hay huida posible porque el mundo, aunque achatado por los polos, es redondo y siempre volvemos al mismo punto de partida tras la carrera. Quisiera escupirme pero no llego (menos mal que Pablo lo hace por todos).

© Fotografía (portada de la edición): Alberto García-Alix, Autorretrato con la mujer que quiero, 1984.

jueves, 5 de marzo de 2009

TELÉMACO



con el bozo incipiente aquel muchacho
miró fijo los ojos forasteros
que viejos y cansados
salieron a su encuentro

rodeó con sus brazos al anciano
y sin mediar palabra
lo besó como a un padre
y lo hizo su padre

Hace más de una década escribí este poema, probablemente tras la lectura de La Odisea. Tendría menos de veinte años y andaba enemistado con las mayúsculas y todo signo de puntuación. Lo he encontrado en una vieja carpeta que atesora poemas muy mediocres y un cierto afán de notoriedad juvenil. Me recuerdo recitándolo una noche en el desaparecido Galería Torneo, justo antes de que en una performance delirante Miguel Ángel Maya se afeitara en pleno bar, ante un auditorio tan borracho como entregado (aquellas noches se llenaron también de desnudos masculinos integrales, exposiciones fotográficas de Quino Petit y un amplio etcétera). En los créditos del primer disco de Paco Cifuentes hay una cita de aquellas madrugadas que consiguió emocionarme. Queda poco para que salga su segundo disco, La vida aparte. ¿De verdad que hace tanto tiempo de todo esto? Hace unos meses coincidí con un chico que me conocía de aquellos recitales. Me confesó que pedía dinero en una cabina a los transeúntes para poder pagarse las cervezas mientras durara la fiesta. Me reconoció también que se sentía importante porque yo empecé a saludarlo con efusividad cada noche (supuse que algo tuvo que ver en mi actitud que entonces él tuviera unos dieciséis años, la edad de Telémaco).

miércoles, 25 de febrero de 2009

Μωμος (Martes de Carnaval)


Dios y ceniza,
Dios y tabaco,
Dios y ginebra,
vástago oscuro de la Noche,
amigo del descaro y la ironía,
llamarada de luz ardida sobre el mundo,
que tu reflejo asista en otras noches
y celebre tu risa nuestra risa
y encienda cada pecho con tu aliento
y cada día ardamos como tú,
Momo, cada febrero te consumes.

jueves, 19 de febrero de 2009

BEIRUT



miércoles, 18 de febrero de 2009

Mirada

Un objeto común cobra valor artístico, más allá de la ensoñación, en la mirada atenta de su uso cotidiano. Chema Madoz ha sabido expresarlo con contundencia, en la estela estética de Duchamp y los surrealistas menos soñadores. Joan Brossa aplaude con los pies allí donde se encuentre, estoy seguro.

Recuerdo una anécdota de mi infancia. El primer día de clase llegué
tarde. Todos los demás niños estaban ya sentados alrededor de una mesa grande en la cocina, y no había espacio para mí. La profesora me dijo: No te preocupes, ahora mismo te preparamos un sitio. Y abrió la puerta del horno para que me sirviera de pupitre. Me senté en mi banqueta, con el cuaderno sobre la puerta abierta, mirando el interior negro del horno.

Chema Madoz


La exposición Chema Madoz: 2000-2005 puede verse en el Claustro del Palacio Provincial de Cádiz hasta el 8 de Marzo.


[Foto: © Chema Madoz. Foto cabecera: © A. Domínguez]

lunes, 2 de febrero de 2009

ANÉCDOTA

Fue en Madrid, una noche después de un concierto de jazz. Roberto y yo quedamos con el resto en el único bar cercano que tenía cocina abierta. Poco a poco fueron llegando: Lara y Miguel, Daniela y Migue... Era noche de tango argentino y no sé quien animó primero a subirse al escenario a Miguel Ángel e interpretar Tan Puta y Tan Beata, su composición más celebrada hasta el momento. Nuestro calor no pudo con la incomprensión colectiva. Interrumpieron la más sublime de las posibles canciones que aquella noche pudiera sonar en La Recoba (sic). Porca miseria. La estupidez humana no tiene límites, pensé. Roberto hizo ademán de marcharse... sin pagar. Truncamos la fuga y le obligamos a volver tras pasar por un cajero. Saldó la cuenta de todos y al fin se esfumó. Supimos entonces que esta vez iba en serio: Roberto estaba enfadado (tanto como para invitarnos). Indignación en la nuca. Nadie quiso ahondar la herida. La calidez humana tampoco tiene límites, pienso hoy. Vestiremos cicatrices.

miércoles, 7 de enero de 2009

Alumbramiento



La noche de fin de año me quedé en casa leyendo Cuentos Morales de Clarín. Pensé que el mundo no estaba para demasiada celebración. "Será una racha", dicen con boca pequeña quienes de poco me conocen. Ser pesimista, a estas alturas, resulta inocente. No espero ni premios ni castigos del hado. Destiné, la hija de mi amiga Pepa, pesó algo más de tres kilos al nacer el día de Navidad. Su nombre sigue inquietándome desde entonces.