Es lugar común: para resucitar hay que morir. Esto ronda mi cabeza tras la lectura febril de Mi Marruecos, de Abdelá Taia (preciosa edición en Cabaret Voltaire). Morir. La hondura del precipicio llama. Aferrarse a una hebra de luz para salvar la Luz. Aprender a convivir con los despojos de Otro Yo. Tictac, tictac.
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2 comentarios:
...Siempre hay que estar dispuesto a un cambio de piel, hermano, nunca se sabe cuándo la piel dice basta...
...Un abrazo...
algo más que contar?
en casa de david p. también estaba ese libro sobre la mesa
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