lunes, 25 de enero de 2010

Tenochtitlan


He visto, por los pelos, la exposición temporal sobre Moctezuma del Museo Británico. Menos interesante de lo que mis expectativas me hacían figurarme. Bastante didáctica. Entretenida.
Un grupo uniformado de escolares rellena un cuadernillo pedagógico ante la atenta mirada de sus resignadas maestras. Ríen. Hacen esto ante una urna ritual para sacrificios humanos. La imagen resulta siniestra.
Visito la exposición unas horas antes de ser cacheado, descalzado y escrutado por un policía tras pasar un arco de control en el aeropuerto.
El avión despega y durante unas horas recuerdo vagamente anécdotas y sucesos de Cortés, la Malinche y Moctezuma II. Un tropel de recuerdos difusos, aferrado a mi hipocampo cerebral.
Cortés visto como Quetzalcoatl, la serpiente emplumada, zapatitos de obsidiana. Traición de la Malinche, la "lengua". Lago Tetzcoco. México-Tenochtitlan. Moctezuma y sus presagios en sueños. Las cartas de relación del conquistador. Cursé Literatura Colonial en segundo de carrera. Ha llovido desde entonces.
Recuerdo haber leído la impresión de los mexicas en Visión de los vencidos, crónica de León-Portilla, basada en escritos indígenas que narran los hechos durante la conquista de México.
Así narraba la ofrenda que manda el monarca ante el conquistador, a quien creía divinidad:
En seguida atavían al capitán. Le pusieron con esmero la máscara de turquesa, en ella estaba fijada la banda travesaña de pluma de quetzal. Y de esta máscara va pendiendo, en ella está la orejera de uno y otro lado. Y le pusieron el chalequillo, lo enchalecaron. Y le pusieron al cuello el collar de petatillo: el petatillo de chalchihuites: en medio tiene un disco de oro. Después, en su cadera le ataron el espejo que cae hacia atrás y también le revistieron por la espalda la manta llamada "campanillante". Y en sus pies le colocaron las grebas que usan los huastecos, consteladas de chalchihuites, con sus cascabeles de oro. También le dieron, en su mano le pusieron el escudo que tiene travesaño de oro y de concha nácar, con sus flecos de pluma de quetzal y sus banderolas de lo mismo. Ante su vista pusieron las sandalias de obsidiana.
Hernán Cortés travestido. La primera Drag-Queen de la Conquista de América. Qué ganas de pasear por el Zócalo. Qué ganas.
[Foto: Máscara de Turquesas, 1500-1521, Museo Británico]

1 comentario:

Lara dijo...

especialista en encontrar drac y similares

estoy desde el ordenador de M, desde el mío no sé por qué pero no puedo escribirte coment

tengo ganas de que me cuentes todo, pero he estado a full de curro y hoy cabeza a explosionar

el jueves nos vamos a la isla a ver qué hace nuestro rochelambetero