martes, 15 de septiembre de 2009

BLOW UP

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Siempre hay una foto, convenientemente ladeada, junto al cabecero de cada historia. La de nuestra historia la tomó Quino Petit. Mañana de nubes, en una destartalada azotea de la calle San Luis, en Sevilla. Posamos apoyados en una pared. Una sábana sirvió para potenciar la luz. Recuerdo cómo Quino insistía en que mantuviésemos la mirada fija en un punto imaginario. Autoridad y firmeza. Las sesiones de fotos siempre me ponen nervioso. La primera vez que vi Blow Up (él me la descubrió) tuve pesadillas. Desde entonces esa foto me ha acompañado en cada mudanza. Ahora cuelga en casa de mis padres, lejos del mar. No quiero destronarla. Impasible se yergue ante la tormenta, desafía el vendaval. García-Alix lo explica:

La fotografía es un certificado de presencia... De ausencia.
La fotografía es iconografía de muerte. Está en su naturaleza. En ella ya no somos como somos. Somos como éramos…
Ciertamente en la fotografía hay un elemento fatalista.
En cien años todos calvos. Quiero decir que una colección de retratados es una colección de futuros cadáveres.
La fotografía es un poderoso médium.
Nos lleva al otro lado de la vida. Y allí, atrapados en su mundo de luces y sombras, siendo sólo presencia, también vivimos. Inmutables. Sin penas. Redimidos nuestros pecados. Por fin domesticados… Congelados.
Al otro lado de la vida... De donde no se vuelve.

Alberto García-Alix, "De donde no se vuelve" en Moriremos mirando, La Fábrica, 2008.

[Foto: A. García-Alix, Heridos]


4 comentarios:

Lara dijo...

me gustaría no entenderte

Miguel Marqués dijo...

Morir mirando y la polaroid con su peste a muerte conforme la cámara nos la escupe a la cara. Sí, mejor seguir sin entender nada.

David J. Calzado dijo...

A mí me cuesta entenderme. Ahí ando...

Lara dijo...

lo peor es que te entiendo