miércoles, 26 de agosto de 2009

GOLPE


Como todos los niños de entonces, yo también tuve una flamante calculadora. Marca Casio, recuerdo. Tras caerse al suelo y recibir varios golpes, siguió funcionando. Made in Japan. Si la agitabas, oías en su interior cómo bailaba una pieza desprendida. Sumaba y restaba, multiplicaba y dividía, pero su pantalla dejó de brillar con la intensidad primera; un acento de tristeza se instaló para siempre en su sucesión de dígitos verdes.

Si hoy me zarandeaseis, oiríais dentro de mí aquella pieza.



[Foto: Desde nuestra azotea, D. Calzado, 2006]

2 comentarios:

Julieta dijo...

Qué me encanta tu decir! Eso te digo!
¡Hasta!

Miguel Ángel Maya dijo...

...esa terraza, claro...