martes, 18 de septiembre de 2012



Hoy el manto gris de nubes me hace olvidarme de los días de sol incandescente que cayeron a plomo. Aquí sentado, taza de café humeante al fondo, con libro sobre libro para preparar algunas clases: autores y épocas pasadas, literaturas remotas. El calor no estorba la ilusión de que ya todo cambia y me empeño en preparar una crema de calabaza para la cena (soy un valiente). En mitad del silencio de la tarde, un grupo de niños aún chapotea en la piscina de la urbanización. Necesitamos nuestro chute de otoño, el cambio de armario. Y caminar sobre un paseo alfombrado de hojas secas y cuantos tópicos se nos antojen. Y que el veranillo del membrillo se prepare porque iremos a por él.

[Arcimboldo, El otoño]

2 comentarios:

Lara dijo...

Madrid está precioso en otoño. Por si.

David J. Calzado dijo...

Tú si que eres preciosa. Pronto, espero.