jueves, 18 de junio de 2009

Pared

Prometí hablar más de mis paredes. Resulta difícil elegir una sola lámina antes de la mudanza, cuando todo anuncia cambio. Inmerso en esta diatriba, advertí que falta un cuadro en mi pared. Nunca colgó allí ni tampoco estuvo ladeado en ningún otro muro que haya cercado mi existencia. Pero siempre se hizo presente. En el recuerdo es un lienzo que ahuyenta la flama de sobremesa y su bochorno, un paisaje litoral con muchacho (o a la inversa, según gustos).


Caños de la Meca en 1987. Veinte años sí es mucho en este caso. A mediados de julio volveré a ese mismo lugar y en algún instante (si me dejan los perroflautas, cada vez con más perros y menos flautas) me reencontraré con la calma que encierra el magnífico acrílico de Costus. Al hundir el limón en la copa de gintónic me acordaré de Juan y Enrique y maldeciré que haya dioses obscenos que siempre los prefieran jóvenes.

(Desde 1989 las cenizas de Enrique revolotean cada tarde en la Caleta. El cuerpo de Juan quedó enterrado en Sevilla, porque su espíritu quiso seguirlo al vuelo).

[Cuadro: Caños de la Meca, Costus, 1987]
[Foto: E. Naya y J. Carrero, Costus, frente a una de sus obras]

3 comentarios:

Lara dijo...

tu seriedad melancólica con calzoncillos y mar de fondo me hace estremecer

(y es en serio)

Miguel Ángel Maya dijo...

...Joder, qué emoción tan linda trasmites, cabrón...
...Dan ganas de abrazarte y de perdonarte todas las llamadas a las 4 de la madrugada que estés por hacer...

David J. Calzado dijo...

Quería hacer una entrada de Costus sin hablar de la movida. Aunque reconozco que es muy difícil separar una cosa de la otra. Siempre me estremeció saber que justo un mes después de que Enrique muriera (el sida estaba ya muy avanzado), Juan decidiera acompañarlo. Gracias por vuestros comentarios, chicos.