A principios de junio de 2009 vio la luz en este blog un poema que, sin yo intuirlo entonces, llegaría a ser una de la docena de canciones que componen Mientras todo arde, el flamante tercer disco de mi admirado amigo Paco Cifuentes (junto a sus letras vibran también canciones escritas por Lara Moreno, Roberto Terán, Tito Muñoz, Felipe Benítez Reyes y Juan José Téllez). Será este ejercicio de arqueología literaria una excusa para avivar el apetito de una escucha completa y pausada de semejante manjar.
Aquel poema mío se titulaba "Cuernos" y pensé en él de inmediato cuando Paco me propuso hace dos veranos que le escribiera la letra de una canción. Recuerdo perfectamente el momento. Estábamos en mi piso de la calle Cielo de El Puerto de Santa María, recién mudado, en una de esas tórridas tardes estivales (todavía el Vaporcito a flote). Busqué en el archivo del blog el poema (ilustrado con un fotograma de Hierro 3 de Kim ki-duk) y se lo mostré a Paco en la misma pantalla del portátil. Malos tiempos para la lírica pensará un purista ante semejante recurso a la tecnología. Le gustó y comprometí escribirle la letra a partir de aquellos versos. De ahí nació "Hubo luz". Rescato aquel poema y lo confronto a la canción para regocijo de nostálgicos e integrados.
CUERNOS
Tal vez no sea la luz como recuerdo,
entonces hubo luz -eso es seguro-,
y mordisco y tobillo y la risa obstinada,
inextinguible.
Y bufandas y un libro. Todo fue aquel instante.
Nosotros (veintipocos) en una antigua historia,
sin saber qué decir ni cómo, pero cerca.
Dije adiós hace poco a tu caligrafía
nerviosa, la solapa
del paquete de Nobel, que guardé tantos años,
con tu nombre y teléfono, un extraño fetiche.
Nosotros, los de entonces (treintayalgo),
seguimos mutilando solapas de cartón,
anotando con prisa en la noche a sabiendas.
Hubo luz. Lo aseguro.
....................................................................
HUBO LUZ
Tal
vez no fue la luz como recuerdo,
quizá
no fuese yo quien se acercó.
La
nostalgia, ese burdo pasatiempo,
siempre
me pinta como un seductor.
Duró
una eternidad aquella noche
veintipocos
cumplidos sin pudor.
Sin
saber qué decir dije tu nombre
y
detrás de tu cintura amaneció.
Que
entonces hubo luz,
eso
es seguro,
como
en cualquier canción de amor
hubo
futuro.
Y
después de rodar por tu casa
a
dentelladas
la
vida cercenó
como
una espada.
Triple
salto mortal,
deseo
y realidad.
Cada
noche muere una madrugada
y
aquella vez te tocaba marchar
me
diste con tu número anotada
la
solapa del paquete de tabaco por detrás.
Dije
adiós al fetiche hace unos días
lo
guardé tantos años al fondo de un cajón
la
prisa en cada trazo de tu caligrafía,
nerviosa
en el reverso de un trozo de cartón...
Y así suena gracias al enorme talento de Paco:
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