El crepitar del cigarrillo sobre la loza húmeda de este cenicero repleto. De orilla a orilla, la vida y su rutina. Danzo al paso macabro cualquier baile que alegre la cintura y descomponga el torso (nuestra carne se larva, fuego de San Marzal, blablablá, Berceo y sus secuaces). No sabré si has venido, si no vuelcas la silla y me ofreces el muslo que aquella noche tuve. Levántate, camina, no te detengas, Lázaro: acude, corre, vuela. Cavan buscando, tenaces, como fauces abiertas, la aurora en tus relojes. Ya cantan los gallos, cata que amanece.
[Ilustración: © Brett Wexler, Tim and Peter, 2003]
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