domingo, 20 de julio de 2008

REQUIESCAT IN PACE, EPHEBE



A M.A.M., con unas berenjenas...


Largas tardes en parques como tronos sangrientos, cercados por el impetú de una edad clausurada. Regresos más intensos que el viaje de ida, acordes y heladas al amanecer. Vino dulce en garrafa, palabra tras palabra, las dudas y los sueños -palpables todavía-. Pupilas dilatadas mientras ladran los perros a la luna de Abril, por la muerte de Kurt. No seré yo quien vengue la estampa de nosotros, figurones imberbes, arrogantes precoces. No hay nostalgia en mi voz. Suena en la lejanía Electric Ladyland...





3 comentarios:

Rober dijo...

Horror... Hay veces que uno muere y parece que no te das cuenta pues hace falta que una mano amiga recupere un titular de prensa o un poema de los de entonces para darte cuenta que el tiempo ha pasado y que tus pupilas no dilatan de la misma manera que antaño y que incluso hay un párpado que se cierra más de la cuenta.

Desde el dulce sueño eterno, casi ya sin arrogancia, un saludo hermano.

Roberto Terán.

Lara dijo...

Yo os entiendo porque estáis locos y el cinismo siempre fue vuestra bandera y así os amo y os amé y quizá hasta prolongue hasta un futuro incierto, y tu poema distinto con Kurt (ah, Kurt), que me gusta tanto también, pero compañero hermano: tu humor negro tiene límites desastrosos y yo tengo el corazón a mil por hora porque ese titular, que me da igual qué ficción vinícola represente, me ha dilatado (o sea, seguimos dilatando, Rob) las pupilas de una manera estruendosa y vaya cosa desagradable y en fin, os odio.

Miguel Marqués dijo...

Lo mejor de la muerte de Roberto es la entradilla: "Hombre infatigable, no se daba descanso". Vamos, vamos!

Y si el regreso es más intenso que la ida, es muy buena señal. Y clausurar sin nostalgia no es clausurar, es algo mejor, también. Y, ay, yo no estaba, estaba en otro lugar, había quedado con Kurt para ir de tapas, supongo.